Blog
Shalosh Regalim, una peregrinación en la memoria
El fenómeno de las peregrinaciones va más allá de una sola cultura o religión y está sujeto a cambios políticos. Si en una entrada anterior hablamos de la antiquísima tradición de peregrinar al santuario de Kumano Kodo, en Japón, hoy queremos traer cómo se vive esta en la tradición judía.Shalosh Regalim (en hebreo,שְׁלֹשֶׁת הַרְגָלִים, Los tres peregrinajes) resume cuáles eran los tres caminos hacia el templo de Jerusalén que cada judío observante de la ley debía emprender a lo largo de su vida. Cuando el templo fue destruido en el año 70 de nuestra era, estas obligación de peregrinar desapareció.
Las tres peregrinaciones están tan ligadas a un lugar, Jerusalén, como a las estaciones. Al igual que para los musulmanes con las peregrinaciones a la Kaaba durante el Ramadán, la peregrinación es un momento ligado a una época determinada del año y, aunque rememoran hechos de la tradición, también recuerdan tiempos agrícolas; esto nos cuenta cómo las peregrinaciones están ligadas a ritos aún más antiguos que la doctrina religiosa en la que están escritos.
Los libros de la Torá sancionan la peregrinación para el pueblo judío. Muchos de sus contenidos fueron editados y revisados después del cautiverio de los judíos en Babilonia, cuando las élites hebreas entendieron aquello por lo que clamaban los profetas que anunciaban sin desmayo desastres y condenación para el pueblo elegido: sin una fuerte tradición propia que fuese asumida por toda la comunidad, el pueblo hebreo estaba condenado a la asimilación y la desaparición porque su ubicación –siempre en el medio de grandes imperios en expansión como los egipcios, los persas, los asirios, los seléucidas, los griegos o los romanos-- no auguraba existencia o prosperidad para una pequeña nación independiente.
Aquellos que regresaron de Babilonia se encargaron de levantar el segundo templo de Jerusalén y de reinterpretar muchas costumbres heredadas del llamado período bíblico de Israel (desde el siglo XVIII a.C hasta el siglo VI a.C.). Las obligaciones de acudir tres veces al año a celebrar estas fiestas sirvieron para crear costumbres y estrechar lazos entre comunidades que podían pasar la mayor parte del año sin saber los unos de los otros.
La peregrinación, entonces, por encima de su valor religioso (cumplir un mandato en el caso judío o el musulmán o ganar indulgencias en el cristiano) destaca como un fenómeno que aglutina a personas , familias y poblaciones enteras.
Las tres peregrinaciones prescritas en la ley judía eran el Pesaj (Páscua judía en la que se inspira la pascua cristiana), el Shavuot o fiesta de Pentecostés o las semanas y Sucot, o fiesta de las tiendas o tabernáculos.
La Páscua celebra la salida de Egipto, y se llama también Matzot, o panes ácimos. La tradición decía que, con las prisas por salir de las tierras del Faraón, solo pudieron cocer estos panes mientras dejaban atrás la esclavitud. Solía celebrarse en el mes de abril pero la fecha exacta es variable, ya que el calendario judío es lunar. Suele coincidir con la llegada de la primavera.
La fiesta de Shavuot se celebra siete semanas después del segundo día de Pascua. Se conmemora la entrega de la Ley a Moisés. También tiene un origen agrícola, pues coincide con la época en la que se recogen los primeros frutos. Era costumbre hacer ofrendas en el templo de Jerusalén de las primeras cosechas.
Sucot, por su parte, es la llamada fiesta de los tabernáculos, se celebraba a comienzos del otoño y, de nuevo, convocaba a todos los habitantes de Israel que se reunían en Jerusalén. Esta fiesta recordaba las vicisitudes que pasaron los israelitas durante los cuarenta años que duró su travesía en el desierto.
Como podemos comprobar, el origen de las peregrinaciones judías se remontan al momento fundador de la colectividad: la salida de Egipto y la marcha por el desierto.
Las peregrinaciones culminaban en el templo de Jerusalén, en donde se presentaban sacrificios o presentes en honor de Yahvé. Cuando se destruyó el segundo Templo en el año 70 de nuestra era y se decretó la diáspora de los judíos a lo largo del Imperio, los rabinos tuvieron que emitir nuevas normas en las que se liberaba a los fieles de tener que celebrar estas tres fiestas en Jerusalén.
Quedó en la memoria, eso sí, una frase que se repitió a lo largo de los años cuando se celebraban estas fiestas: “el año que viene, en Jerusalén”.
Hoy en día, las autoridades israelíes intentan revivir la costumbre de la peregrinación con las misma intención que los retornados de Babilonia: evitar la asimilación cultural de los judíos dispersos por el mundo y reforzar el sentido de comunidad entre Israel y los judíos del mundo. El programa Taglit-Birthright ofrece a jóvenes judíos de todo el mundo conocer el Estado de Israel a lo largo de diez días, un viaje iniciático que refuerza el afecto hacia Israel en jóvenes que viven, en muchos casos, en otro continente.