Blog
Camino de Santiago, un viaje para soltar amarras
Decía el filósofo Baruch Spinoza que la idea de la libertad no consiste tanto en romper todos nuestros vínculos o aferrarnos a ellos, sino en tener el entendimiento suficiente como para saber de qué hay que desprenderse y qué es lo que hay que conservar. El Camino de Santiago es una ruta particular que nos enfrenta a nosotros mismos y a nuestra manera de estar en el mundo y en una comunidad a la que pertenecemos por un tiempo ¿Debemos traer con nosotros esa cadena de aire que nos sujeta a nuestro “yo” ordinario? ¿Es necesario portar dispositivos móviles para asegurar nuestra rutinaria conexión al estado de las cosas? Muchos peregrinos, sobre todo los norteamericanos, lo tiene claro: el Camino de Santiago es un viaje para soltar amarras.
Quizás porque se trata de sociedades mucho más individualistas y cuentan con una implantación tecnológica mucho mayor, se valora más la oportunidad de pasar un tiempo alejado del estrés que genera el “deber” de estar localizable a cualquier hora. Entre los testimonios escritos en la red o recogidos en otros medios de comunicación, los peregrinos, norteamericanos o no, aprecian mucho el sentido de comunidad sencillo, relacionarse con otros desde una perspectiva desinteresada.
La “recompensa espiritual” que ofrece el Camino de Santiago es uno de los atractivos para los peregrinos que viene de sociedades occidentales: mucho del sufrimiento que experimentamos en el día a día carece de sentido pero los dolores que se soportan a lo largo del camino de Santiago, que son muchos y muy variados, sí tienen una razón de ser y se soportan gracias a la meta. El Camino de Santiago también ofrece la oportunidad de vivir los versos de Ralph Waldo Emerson: “la vida no es un destino, sino un viaje”. Puede que sea un cliché pero a veces los tópicos se cumplen y este viaje y la experiencia que se asocia a él, analógica, de la vieja escuela, es auténtico.
¿Pero esto significa que debemos renunciar a la tecnología y volver al mundo de antes de la Guerra Fría cuando nos pongamos en camino? La idea en este lado del Atlántico es justo la contraria. No se trata de cablear y monitorizar toda la ruta pero una de las iniciativas que las instituciones públicas y privadas se toman con más empeño es la de dar publicidad al Camino a través de la tecnología. Desde intentar hacer un Google Street View en la ruta –algo bastante improbable, por otra parte-- hasta desarrollar “peregrinaciones virtuales” y optar por la idea de traer el Camino de Santiago “al siglo XXI”.
Pero, ¿es esta modernización algo que buscan los peregrinos o quizás existen otras demandas por encima de poner WIFI en los 800 kilómetros de Camino Francés?
Estas no son cuestiones excluyentes. Los peregrinos y las asociaciones de Amigos del Camino de Santiago siempre piden mejoras en las rutas, mayor seguridad vial o una red del albergues más extensa pero no pasa nada porque dispongamos de una buena señal de cobertura en los páramos de Castilla o en los bosques de Lugo.
Además los peregrinos no se desconectan del todo, aunque sí qe se reduce el uso de móviles o tablets al mínimo indispensable. A lo largo del Camino se dan momentos en los que nos podemos sentir solos, o exhaustos o que nos hayamos perdido. En esos momentos es bueno contar con un teléfono para hablar con quien nos levante el ánimo o para avisar de que nos hemos perdido pero quizás mantener el aspecto íntimo del Camino, fuera de las actualizaciones diarias, sea uno de los grandes atractivos de la ruta.
Ustedes qué opinan ¿Tecnología en el camino sí o no?
¡Buen Camino!