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La leyenda del Grial, un mito globalizado para el Camino de Santiago
El largo proceso de colapso del Imperio Romano y la entrada del feudalismo en la Europa cristiana añadió evidentes cambios económicos, demográficos, culturales y sociales. La ambición del los hombres más poderosos de la época era restaurar esa idea de grandeza universal del imperio y también su esfera de influencia cultural. Este continuo proceso de integración y disgregación también llegó a la esfera de las narraciones y así encontramos el mito del santo Grial, un de los primeros cuentos que cualquier habitante del continente podía conocer y que muchas iglesias y lugares santos afirmaban poseer. Por supuesto, la ruta jacobea también participó de la leyenda del Grial, que hizo su com mito global para el Camino de Santiago.
Según recoge el mito, el Grial es el cáliz con el que se celebró la Última Cena. También sería el recipiente en el que José de Arimatea recogió la sangre de Cristo cuando fue alanceado por Longinos; que el mundo medieval encontrase un mito común que compartir, una narración que se trasmitiese más allá de las limitaciones en las vías de comunicación y el analfabetismo generalizado, se convirtió en un síntoma de la reconfiguración de los marcos intelectuales europeos. No hay nada mejor que una historia compartida para certificar que existe un pueblo o pueblos en contacto.
Pero ¿Y el Camino de Santiago? La leyenda del Grial se popularizó gracias al ciclo artúrico, que se introdujo en la península a través del norte de Galicia. El desembarco de los refugiados bretones trajo consigo la introducción de este mito que se extendió rápidamente por el resto de la Península.
Un tiempo después no fueron pocos los lugares sagrados que aseguraban poseer el místico cáliz. Que un templo asegurase contar en su tesoro con la copa de la Última Cena aseguraba la llegada de fieles y el flujo de riquezas. La historia se adaptó también al Camino de Santiago y se incorporó al rico acerbo de narraciones milagrosas que se daban en las estaciones hacia Compostela. El monasterio de Santa María do Cebreiro, puerto de entrada a Galicia del Camino Francés, y su relación con el Grial data del siglo XII: una leyenda mencionada por diversas fuentes históricas y arqueológicas relata cómo un monje se disponía a oficiar la misa diaria.
La nave del templo estaba vacía porque fuera caía un temporal de nieve y viento que mantenía a los parroquianos a cubierto. Cuando el monje creía que ya nadie asistiría al oficio, Juan Santín, un vecino muy piadoso de la aldea de Barxamaior cruzó el umbral se asentó para escuchar al fraile. El monje menospreció el esfuerzo del campesino “para ver un poco de pan y de vino”, pero en el momento de la consagración la Hostia se convirtió en carne sensible a la vista, y el contenido del cáliz en sangre, la cual manó hasta teñir los corporales.
Dicen que esta leyenda se extendió rápidamente y que animó a peregrinos a emprender el Camino de Santiago por si, quién sabe, también podían ser testigos de milagros en algún recodo de la senda.
En 1486 los Reyes Católicos, de peregrinaje a Santiago, se detuvieron en el monasterio y donaron los fanales donde se guardan las reliquias del milagro.
Todos estos elementos de fantasía guardan una idea constante, así como el arte usa engaños para contar algo verdadero, las historias asociadas al Camino, milagrosas al principio y veraces en los tiempos de la circulación de la información sirven para animarnos, para contrastar nuestro ánimo con lo que otros han sentido en un mismo escenario, viviendo la misma aventura.